Bessie Smith: “Música en el alma”.

«Once I lived the life of a millionaire
Spent all my money, didn’t have any care
Took all my friends out for a mighty good time
Bought bootleg whisky, champagne and wine

Then I began to fall so low
Lost all my good friends, I did not have nowhere to go
I get my hands on a dollar again
I’m gonna hang on to it till that eagle grins

When you finally get back up on your feet again
Everybody wants to be your old long-lost friend
Said it’s mighty strange, without a doubt
Nobody knows you when you’re down and out”.
Jimmy Cox (1923).

Una de las cantantes más influyentes de la historia, sin duda. La conocida como emperatriz del blues, con su talento y desbordante personalidad, representó un antes y un después en la música negra del siglo XX, y por extensión, en la música moderna. Una mujer cuya música apasiona tanto como su vida, una vida en la que como en las grandes leyendas la realidad y el mito se funden en la lejanía del tiempo agrandando aún más su figura.

Desde que era un niño me ha atraído de forma enfermiza la música negra clásica, no lo puedo evitar. El primer recuerdo que tengo relacionado con la mitología musical es sobre el famoso cruce de caminos en el que Robert Johnson vendió su alma al diablo por 29 canciones. La vida y música de colosos como Billie Holiday, Howling Wolf o Leadbelly… siempre me han parecido apasionantes. Aquella música primigenia, tan imponente, viva, oscura… tan endiabladamente pura. Para mí fue inevitable sentirme embrujado por aquellos músicos, por el misterio que provenía de los lúgubres pantanos de Luisiana, esas canciones que hablaban de sexo, demonios, sangre y alcohol… Esos ambientes primitivos en los que se desarrollaron los estilos que hoy conocemos como blues, jazz o swing debieron ser realmente fascinantes, una corriente musical tan alambicada a una gente, a un estilo de vida, duro y peligroso, donde las navajas, el alcohol y el sexo estaban a la orden del día. No era cosa sencilla ser negro en aquella época (nunca lo ha sido) y en aquellas tierras. Y sin embargo supieron sacar de tanta miseria y explotación una música tan excitante y poderosa que cambiaría el mundo.

Como decía el añorado Cifu, de “Jazz porque sí”, Bessie fue capaz de hacer la transición entre lo que era la música folclórica de las granjas y el campo, al blues moderno, abriendo el camino sobre todo a esas maravillosas intérpretes que llegarían después. Bessie nació a finales del siglo XIX, probablemente en el 1.894 en la ciudad de Chattanooga, situada en el estado de Tennessee. Como muchos detalles de su vida, su fecha de nacimiento no se conoce a ciencia cierta, pero sí se sabe que fue la más pequeña de una familia numerosa que quedaría huérfana de padres muy pronto.

En las primeras décadas del siglo, en la costa este existía lo que se llamaba el Theatre Owners Booking Association, consistente en una asociación de unos cien teatros que constituían el circuito de vaudeville exclusivo para público afroamericano. Ese circuito de variedades, en los que tenían cabida actuaciones de todo tipo desde comediantes a músicos de jazz o blues, contaba entre sus artistas habituales a Ma Rainey, la conocida como madre del blues. Cuenta la leyenda que Ma Rainey encontró a una pequeña Bessie Smith cantando en la calle y no pudo evitar llevársela con ella, para descargo de la hermana mayor de los Smith, que era quien se había hecho cargo de todos los hermanos ante la ausencia de los padres.

Como decía el añorado Cifu, de “Jazz porque sí”, Bessie fue capaz de hacer la transición entre lo que era la música folclórica de las granjas y el campo, al blues moderno, abriendo el camino sobre todo a esas maravillosas intérpretes que llegarían después.

¿Qué significó Ma en la carrera de Bessie Smith? Pues aparentemente mucho y poco, en cuanto a que el don innato de Smith no necesitó ser pulido, pero sin duda tener a toda una Ma Rainey enseñándote los entresijos del show bussiness en la carretera, de teatro en teatro, debió ser fundamental para que en el futuro Bessie se moviera con tanta seguridad en el intenso negocio artístico-musical de la época. En cualquier caso, enseguida se pudo comprobar que Bessie era un talento especial. Poseía de forma innata una técnica de canto depurada, con una gran dicción. Pero, sobre todo, se caracterizaba por su voz de contralto, grave y poderosa, más propia de la ópera que del blues rural. Las canciones que interpretaba además (aunque la mayoría de las composiciones eran de otros, Bessie también compuso sus propias canciones) eran un fiel reflejo de su vida, repleta de alegrías y penas, de amores rotos y peleas; y de su entorno, una sociedad afroamericana en la que se mezclaban los problemas raciales con historias rurales de inundaciones, pantanos y supersticiones.

No debía ser una sociedad fácil en la que vivir aquella en la que creció Bessie Smith. Eran años en los que en muchos de los estados del sur estaba implantado el régimen segregacionista conocido como Leyes Jim Crow, unas leyes estatales por las que se promulgaba la separación según razas. Para ser más exactos, separaba a los blancos del resto en todos los ámbitos de la vida cotidiana y en el mundo del espectáculo no era distinto, siendo obligados a actuar a blancos y negros en sitios distintos. Así que, mujer, artista y afroamericana… No, no debió ser sencillo.

Y sin embargo la mezcla de talento y personalidad que demostró Bessie hizo que Columbia Records se fijase en ella cuando el cazatalentos Frank Walker (descubridor también de Hank Williams) la viese cantar en el Alabama Theater y la llevase a firmar a la discográfica. En 1920 Mamie Smith había triunfado con “Crazy blues”, grabada para Okeh Records, abriendo así el camino para otras cantantes. De esta forma, con apenas 24 años pero sobrada experiencia como bailarina, en la Compañía Moses Stokes, y como cantante en cabarets, Bessie Smith haría su primera grabación junto a Clarence Williams al piano el 16 de febrero de 1923, la famosa “Downhearted Blues“, que había sido compuesta por Alberta Hunter junto a Lovie Austin, pero que sería Bessie quien la popularizase. «Downhearted Blues» se publicó como single junto a «Gulf Coast Blues» y se vendió la friolera de 780.000 copias en apenas seis meses. Hunter y Austin, sus compositores, recibieron apenas 368 dólares en concepto de royalties, ya que John Hammond, ejecutivo de Columbia Records, se había hecho con sus derechos de forma, digamos, poco transparente. La figura de Hammond irá estrechamente ligada a la de Bessie Smith incluso después de la muerte de la cantante, ya que fue el responsable de que se extendieran muchas historias falsas en torno a la vida y muerte de Bessie según cuenta Chris Albertson, autor de “Bessie”, su biografía más fiable hasta la fecha. Alberta Hunter, por cierto, llegaría a decir de Bessie, que “no creo que haya nadie en el mundo que sea capaz de transmitir tanto dolor en una canción”.

Downhearted Blues“, su primera grabación como digo, hizo de Bessie Smith una estrella del blues en la década de los 20. A pesar de no recibir apenas réditos monetarios de las ventas, su fama subió como la espuma y se convirtió en una máquina de hacer dinero para Columbia. En realidad, para los músicos de la época, las grabaciones no eran más que una figura promocional de lo que realmente les daba dinero, es decir, las giras y las actuaciones. Pero en cualquier caso el ritmo de grabaciones que siguió Bessie Smith la llevó a grabar sin parar a lo largo de su vida, haciéndolo con muchos de los grandes músicos de la época, como un jovencísimo Louis Armstrong (que decía de ella que “tenía música en el alma”, a pesar de que el trompetista favorito de Bessie era en realidad Joe Smith) con quien grabaría entre otras canciones el clásico “St. Louis Blues”; Coleman Hawkins; Clara Smith; Benny Goodman o Charlie Green, quien hacía maravillosos contrapuntos al trombón con ella, tal y como solía hacer Lester Young con Billie Holiday. En cualquier caso su hábitat natural era el escenario, donde podía dejarse llevar junto a sus músicos. Pensad que hasta finales de los 20’s todas las grabaciones eran extremadamente rudimentarias y se hacían simplemente captando el sonido ambiente, con la limitación de no poder extenderse más de tres minutos.

Tal fue su éxito que Bessie Smith se convirtió en la cantante mejor pagada de aquellos años. Podía llegar a ganar 2.000 dólares a la semana, tenía su propio vagón y llegó a disponer de hasta cuarenta músicos a su cargo. Y os podéis imaginar su tren de vida: Su pasión por la bebida (su licor favorito era un alcohol destilado ilegalmente llamado “Moonshine”), por el sexo (era abiertamente bisexual a pesar de haberse casado varias veces), junto a su fuerte personalidad… hacían de ella un auténtico torbellino siendo además muy mal vista en la puritana sociedad sureña. Problemas con el Ku Klux Kan, relaciones con sus propias coristas (¡o con sobrinas de sus maridos!), despilfarro sin pudor (le compró a su marido Jack Gee un Cadillac pagando 5.000 dólares al contado)… todo un personaje.

Sin duda un ritmo propio de la estrella que era. Un ritmo que no pudo continuar ya que a entre 1929, el año de la Gran Depresión, y 1933 la profunda crisis económica que sufre el país sumado al descenso de popularidad tanto del blues como del jazz en beneficio del nuevo estilo de moda, el swing (que a su vez sufriría su propia crisis a los pocos años provocando la desaparición de aquellas maravillosas, y tremendamente costosas, big bands) provocaría que Bessie Smith se viese obligada a dejar de girar por teatros y regresar a los clubs de dudosa reputación, algo que no afectó en lo mínimo a su voz y a la intensidad de sus actuaciones. Pero la década de los 30’s fue dura para la industria discográfica en general, con locales cerrados por todo el país y multitud de músicos abandonando el negocio. En 1934 Bessie Smith registra su última grabación, “Down in the Dumps”. Precisamente en 1929 Bessie Smith grabó uno de sus grandes éxitos “Nobody knows you when you’re down and out”, de Jimmy Cox, que describe perfectamente cómo un día estás arriba rodeador de dinero, amigos y licor pero cuando tocan tiempos peores nadie se acuerda de ti. Una canción que parecía estar perfectamente escrita para ella, y que ha sido interpretada por multitud de artistas (Eric Clapton, Nina Simone, Sam Cooke o Neko Case).

En 1937, en la madrugada del 26 de septiembre, Richard Morgan, el amante de Bessie Smith, conduce el Packard de la cantante a través de la Highway 61 con dirección a Clarksdale, Mississippi, cuando choca con otro vehículo. Bessie Smith, que iba en el asiento del copiloto, es quien se lleva la peor parte. La leyenda, provocada miserablemente por John Hammond, dijo que la ambulancia que recogió a Smith estuvo conduciendo de hospital en hospital hasta que en alguno accediesen a prestar atención a una persona de color, y que cuando llegó a uno para negros, Bessie ya habría muerto. La realidad era distinta: En el sur nadie en su sano juicio habría llevado a una persona de color a un hospital de blancos, de forma que a Bessie se le llevó directamente al “hospital de negros” de Clarksdale, que estaba a la misma distancia que el de blancos desde el lugar del siniestro. Lo cierto es que Bessie, que prácticamente perdió su brazo derecho en el accidente al llevarlo por fuera de la ventana, no volvió a recobrar el conocimiento y la gravedad de las lesiones hicieron inevitable su muerte. A Hammond le faltó tiempo para denunciar que el fallecimiento de la emperatriz del blues había sido causado por motivos racistas, provocando un gran revuelo, a lo que acompañó una reedición de sus grabaciones propiedad de Columbia Records.

En cualquier caso, Bessie Smith, la emperatriz del blues, pionera y mito de la música moderna dejaba este mundo con un legado difícil de cuantificar y siendo inspiración para muchas cantantes, como Billie Holiday, que la citaba junto a Louis Amstrong, como su principal influencia. Tristemente su cuerpo fue enterrado en el cementerio Mount Lawn, de Sharon Hill, sin lápida ni identificación alguna. No fue hasta cuarenta años más tarde que dos grandes fans de Smith, una tal Janis Joplin, y Juanita Green, propietaria de residencias de ancianos y que en su día había llegado incluso a conocerla, se juntaron para pagar una lápida de mármol con el epitafio: “La más grande cantante de blues del mundo nunca parará de cantar”. Haceos un favor, poneos una copa de brandy, bajad la persiana. Poned “Nobody knows you when you’re down and out” y sentidlo. Es Bessie Smith, la incomparable emperatriz del blues. Magia.

Fuentes:

Jazz History, Culture, Community

Javistone

(Artículo publicado en el número 2 de Rock Bottom Magazine de enero de 2018).

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