José Ignacio Lapido es un habitual de estas páginas, hace unos pocos meses hablábamos con él con la excusa del reinicio de la gira de 091 presentando “La otra vida”, que se había quedado a medias debido a la pandemia. Tampoco hemos perdido nunca la oportunidad de tener una conversación en casa ocasión que publicaba nuevo trabajo. Es inevitable. Más allá de ser grandes seguidores de su trabajo, es inevitable, como digo, volver a llamar a su puerta si sigue empeñándose en publicar más y más canciones grandes como la vida. Y este “A primera sangre”, vive Dios, está repleta de ellas. Es más, “acaba” (lo grabó hace meses, pero la fabricación de vinilos se ha convertido en un ejercicio de paciencia) de grabar uno de los discos definitivos de su carrera, lo cual, teniendo en su haber cosas como “Cartografía” podría antojarse como muy atrevido. Pero no, “A primera sangre” es, simplemente, una obra maestra. Un nivel compositivo al más alto nivel, unas letras profundamente inspiradas (e inspiradoras), una producción a cargo de Raúl Bernal que es una delicia… hacen de este nuevo disco una razón más para tener a José Ignacio Lapido en la estima que se le tiene, que no es otra que la de ser uno de los grandes del rock de este país.
Lo primero que quería hacer es darte la enhorabuena por el disco, José Ignacio. Normalmente uno siempre siente cierto recelo o, mejor dicho, cierta inseguridad cuando te enfrentas a nuevos discos de artistas a los que admiras. Pero en este caso el resultado ha sobrepasado mis mejores expectativas. Además, por lo que he leído y visto, la acogida está siendo fabulosa.
Pues… muchas gracias, y no sabes cómo me alegro de que el disco haya sobrepasado tus mejores expectativas. Intento siempre dar lo mejor de mí, y a veces se consigue. Si ha sido así ahora, genial. Nadie se plantea nunca grabar un mal disco, es obvio, pero a veces las cosas no salen como uno había planeado. En “A primera sangre”, los resultados finales están muy cerca del ideal que tenía en mente antes de meterme en el estudio, así que, en ese aspecto, muy satisfecho. Y en cuanto a la acogida del público y de los medios, teniendo en cuenta que lleva menos de un mes en la calle, pues está resultando inmejorable. Desde el primer día las opiniones de la gente en las redes son muy positivas y todas las reseñas y críticas que los medios han publicado son excepcionales. No me puedo quejar.
¿Qué diferencia encontrarías entre “El alma dormida” y este “A primera sangre”? Más allá de lo que me imagino que vas a contestar, que si son canciones igualmente, que les prestas el mismo cariño a todas… yo veo diferencias. ¿Afecta lo vivido entre el proceso compositivo de aquel (qué lejano queda el 2017) y el tiempo en el que dedicaste a este trabajo?
No sabría decirte. Tal vez “El alma dormida” se fraguó en mayor medida más en el local de ensayo que este último. Creo que con aquel estuvimos bastante tiempo en el local dándole forma a las canciones, y en éste, el grueso del trabajo lo hemos hecho previamente Raúl y yo en su estudio y luego con Popi y con Jacinto hemos trabajado lo justo, apenas para buscarle un principio y un final a cada canción y aprendernos las estructuras. De hecho, eso fue un reto para todos. En el estudio de Carlos Díaz es donde los músicos han dado de sí todo lo que tenían, que es mucho ya que son excelentes con sus instrumentos. Creo que esa es la diferencia. A nivel compositivo cada canción es hija de la época en que se ha compuesto y de la cabeza del compositor, la mía. Y en esa cabecita se mezclan todas las experiencias vividas o soñadas.
La mitología griega es un pozo sin fondo de historias y personajes. Historias y personajes que al fin y al cabo son símbolos de nuestras virtudes y de nuestros pecados, porque son dioses y héroes hechos a para retratar a los hombres.
El disco estaba listo desde hace meses, pero con el overbooking de las fábricas de vinilos se ha retrasado, ¿cómo has llevado estos meses de espera, de tener un nuevo hijo y no poder mostrarlo al mundo? Debe ser desesperante. Yo cuando nacieron mis hijas no veía el momento de darlas a conocer a la familia, los amigos…
Tienes razón. Te quedas un poco como los amplificadores antes de empezar un concierto: en standby. Tienes tu obra acabada pero no la puedes mostrar porque la fábrica te da un plazo de seis meses para entregar el material. Eso, la verdad, rompe totalmente el proceso natural de las cosas. Imagínate que en los años 60 las fábricas hubieran tardado seis meses en fabricar los discos. Nos habríamos perdido la mitad de la producción de todos nuestros grupos favoritos. Los Beatles grababan dos temas y salían en single al mercado a los quince días, para todo el mundo. Estoy totalmente a favor del formato físico, pero con estos plazos uno se lo plantea. No es normal. Por no hablar ya de los precios. De locos.
Te voy a contar algo que no tenía pensado contarte. “El alma dormida” nunca me terminó de entrar. Es extraño y duro a la vez. Pero antes de ponerme a escuchar entero “A primera sangre”, volví a coger el disco de “El alma dormida” y me pareció maravilloso, sentí que me reconciliaba con él, me sentí a la vez feliz pero contrariado por no haber conectado antes con él. ¿Te ha pasado alguna vez algún disco de alguien a quien admiras no te entre y lo haga con el tiempo? Qué extraños vericuetos emocionales y del subconsciente nos manejan, ¿no crees?
Me ha pasado muchas veces. Cuando uno escucha un disco por primera vez tiene unos prejuicios instalados en su mente. Por ejemplo, el disco anterior de ese artista, incluso las circunstancias personales de cuando lo escuchas, si estás tranquilo, melancólico o furioso con el mundo. Todo eso se conjuga para que esas canciones te provoquen unas sensaciones u otras. Lo normal es que las canciones que van en el disco tengan la suficiente entidad por sí mismas para que las circunstancias externas no te influyan en el juicio que te merece la obra, pero suele suceder que por cualquier razón una película, un disco o un libro no te hayan parecido gran cosa en una primera instancia y luego los hayas retomado y te hayan sorprendido gratamente. El subconsciente es realmente impredecible. “El alma dormida” creo que es un buen disco. Lo he vuelto a escuchar, como tú, ahora, después de varios años, y creo sinceramente que es un buen disco. Lo que sí he notado es que la unanimidad apabullante en lo positivo que estoy percibiendo con “A primera sangre” no se ha producido con discos anteriores.
Creo que mi personalidad como artista la conforman varios factores, mi forma de escribir canciones, mi forma de cantarlas y mis interpretaciones como guitarrista, ya que soy las tres cosas: compositor, cantante y guitarrista.
¿Puede ser que en este disco te escuche más cómodo cantando que nunca?
Sí, es posible. Y creo que es porque durante la pandemia Raúl estuvo de baja por un problema médico y tuve que decidir entre suspender los conciertos que había previstos o hacerlos yo solo. Nunca había cantado un concierto entero yo solo. Aunque formalmente soy un cantautor, alguien que canta su propio material, lo cierto es que en toda mi trayectoria he estado acompañado de una banda. Como mucho había hecho conciertos en trío o en dúo. Esos conciertos en soledad total sobre el escenario me sirvieron para tener que enfrentarme a mi repertorio con otra perspectiva. Tuve que adaptar la instrumentación a una guitarra simplemente y tuve que cuidar mucho la modulación y expresividad de la voz para salir airoso del trance. Ya ves… al final esos retos inesperados te ayudan a mejorar.
“A primera sangre” es una expresión relacionada con la esgrima, un duelo acaba con muerte o con herida, “a primera sangre”. ¿Haces referencia quizá a que no has tenido que desangrarte para grabar este disco, tal y como me dijiste la última vez que hablamos, ya que es la primera vez que entrabas al estudio con las canciones terminadas? ¿Van por ahí los tiros?
Sí, es una analogía entre la expresión que viene del mundo de los duelos y el proceso creativo. Pero sobre todo me gustaba la capacidad que tiene esa expresión de sugerir varios significados. El repertorio, a nivel compositivo, estaba bastante más perfilado que en otras ocasiones, las letras, por ejemplo: es la primera vez que entro en el estudio con todas las letras terminadas. Eso da bastante tranquilidad y se afronta ese proceso con un ánimo distinto, más positivo, disfrutando del momento, sin esa angustia que tienes porque te faltan dos días para grabar la voz de determinada copla y aún no tienes la tercera estrofa. Esta vez no ha ocurrido así. Ha sido todo más placentero, y creo que eso se nota en el resultado.
En “A primera sangre” he visto algunos aspectos que me han parecido novedosos. Por ejemplo, corrígeme si me equivoco, en tus letras nunca habías introducido figuras paternales y en “De cuando no había nacido” (por cierto, qué canción…) citas a tu madre. ¿Qué significado tiene la ropa secada por el viento del sur que ha tendido tu madre? Es una imagen con mucha carga emocional y nostálgica.
Bueno… la figura de mi madre, o más bien, su ausencia, estaba ya presente en “El alma dormida”. Mi madre murió en el primer día de otoño de 2016 y aquel disco se editó en 2017. Canciones como “Lo que llega y se nos va” o “No hay prisa por llegar” recogen algo de lo que supuso su pérdida. En este caso, “De cuando no había nacido”, es una mezcla de recuerdos de la infancia con reflexiones del presente. Entre esos recuerdos está la imagen de mi madre tendiendo la ropa. Una imagen como de neorrealismo italiano pero verdadera y nítida. A veces los recuerdos nos ayudan a comprender el presente.
Musicalmente has introducido elementos a veces sutiles cómo el uso de claves en “Malos pensamientos” o el güiro, que le dan mucha frescura al sonido. ¿De quién ha sido la idea?
Supongo que Popi se puso a probar elementos de percusión y nos gustó cómo quedaba. Es un fenómeno. Yo le dije que quería para este tema un ritmo antiguo, más suelto de lo habitual para liberar un poco al riff de guitarra, que es un riff prototípico de blues rock y normalmente se tiende a acompañar esos riffs con ritmos pesados. El ritmo en esta canción esa fundamental, le da una ligereza bailable a la canción. Jacinto y Popi han sabido darle el acompañamiento rítmico que necesitaba. Les puse videos de grabaciones en directo de distintos artistas de blues con Fred Below, Willie Dixon y gente así en la sección rítmica. Oro puro. La letra va en consonancia, hecha al antiguo estilo de las coplas erótico-festivas.
Veo dos procesos paralelos: uno es la infantilización de la sociedad, no sólo en gustos estéticos, sino políticamente hablando; y por otro, el poder de persuasión de las multinacionales -no sólo discográficas-, que es mucho mayor ahora que en los 60 y los 70. No es de recibo ver a adultos de todo el planeta haciendo el canelo día sí día también delante de su móvil. Qué puedes esperar del gusto musical de gente que se pone a bailar el ritmillo de moda delante de su móvil con cualquier excusa o que se hace selfies en un campo de concentración.
“Creo que me he perdido algo” también tiene una cadencia distinta, no sabría decir a qué me suena, un aire caribeño, psicodélico e incluso costa oeste, pero suena increíble, me encanta el arreglo de guitarra, la línea de bajo…
Sí, creo que al final suena con un toque Costa Oeste por esa mezcla del ritmo de raíz hispana y las guitarras con cierto deje psicodélico. Y los magníficos coros que han hecho en esa canción mis amigos de El Hombre Garabato. Eso se hacía en la música de Los Ángeles de la segunda mitad de los 60. Los Byrds lo hicieron en “So want to be a rock and roll star”, o CS&N en “Suite: Judy Blue Eyes”, o Jefferson Airplane en “White Rabbit.” Nació a partir del riff de bajo, lo tenía en mi mente, era un riff de guitarra, pero luego pensé que era mejor que el peso lo llevara el bajo y que las guitarras se fueran sumando. El wurlirtzer de Raúl le da un toque muy Zombies como en “She’s not there “o canciones así. Soy de la vieja escuela, qué puede hacer.
En “Curados de espanto” vuelves a tirar del imaginario mitológico, haces referencia en esta ocasión a figuras como al barquero Caronte y al perro Cerbero. ¿Es una canción sobre la muerte? ¿Sobre el beber? Me parece curioso que hagas referencias a dos personajes al servicio del dios Hades, el dios del infierno o del reino bajo tierra.
La mitología griega es un pozo sin fondo de historias y personajes. Historias y personajes que al fin y al cabo son símbolos de nuestras virtudes y de nuestros pecados, porque son dioses y héroes hechos a para retratar a los hombres. El que Caronte y Cerbero estén ahí no es casual. Caronte era el barquero al que había que darle unas monedas para que te cruzara con su barca la laguna Estigia y te llevara al Hades, donde estaba el perro Cerbero cuidando sus puertas. La canción va sobre la muerte y había que introducir elementos que hablaran de eso. Me interesa la mitología desde hace años, y no tengo inconveniente en tirar de eso cuando es necesario para la canción. En cualquier caso, la canción es también una celebración de lo vivido, de ahí los brindis.
El anterior disco, “El alma dormida” lo produjiste tú, y en este la producción ha corrido a cargo de Raúl Bernal (creo que tú también apareces como co-productor). ¿Por qué has invitado a Raúl a ser productor, o co-productor? ¿Qué crees que ha aportado? En mi opinión el trabajo es sobresaliente sin desmerecer lo anterior.
No, el anterior disco fue una coproducción a varias bandas. La firmamos Raúl Bernal, Víctor Sánchez, el técnico de Producciones Peligrosas, Pablo Sánchez, y yo. Una cosa colectiva. En “A primera sangre” la producción ha sido cosa únicamente de Raúl Bernal. Pensé que tener una visión externa cualificada era importante y que no se diluyera esa perspectiva, ya que Raúl, aparte de productor, es compositor, arreglista, y es amigo mío, desde hace muchos años está en la banda y conoce perfectamente mi forma de trabajar, mis vicios y mis virtudes musicales. Creo que la labor de Raúl ha sido esencial para que esto llegara a buen puerto. Me animó desde el primer momento a enfrentarme a estas nuevas canciones y me ha facilitado el proceso previo en el que uno está inmerso en mil y una dudas. Tener a alguien que sabe del tema despejando esas dudas e indicándote el mejor camino a seguir es una gran suerte, y yo la he tenido, y la tengo, teniendo a Raúl a mi lado.
¿Te has ocupado de todas las guitarras? No veo en los créditos a nadie más. ¿Cómo te has sentido? ¿Era algo previsto? Porque además te encargas junto a Raúl de los arreglos. ¿Supone mucho trabajo o necesitas controlarlo todo?
A ver… normalmente en los últimos discos, las guitarras las hemos tocado Víctor Sánchez y yo. No así en mis tres primeros discos en solitario, en los que yo las toqué prácticamente todas a excepción de colaboraciones puntuales. En este disco quería recuperar esa faceta al completo porque creo que mi personalidad como artista la conforman varios factores, mi forma de escribir canciones, mi forma de cantarlas y mis interpretaciones como guitarrista, ya que soy las tres cosas: compositor, cantante y guitarrista. Esa es la razón. En cualquier caso, Víctor estará en la gira. Los arreglos del disco los hemos hecho entre Raúl y yo, y claro, Popi González y Jacinto Ríos en la batería y el bajo, que también han aportado su gran clase como instrumentistas. No es que quiera controlarlo todo, para eso está el productor, Raúl Bernal, que ha hecho un trabajo impecable, pero no soy el típico artista que llega al estudio sólo para cantar la canción cuando todo lo demás ya está grabado. Me involucro en el proceso desde el principio hasta la última sesión de mezclas. Además de todo eso he contado con la colaboración especialísima de mi amigo Quini Almendros con el pedal steel, que ha dejado buena muestra de su maestría.
José Ignacio, Rock Bottom está todo el día intentando dar a conocer músicas, artistas… y a veces (a veces no, casi siempre) es como darse cabezazos contra la pared. Fíjate que no pedimos gran cosa, solo ser capaces de llegar a más gente. ¿Qué crees que puede suceder? ¿A la gente solo le interesa la música de los festivales? ¿La gente ya no quiere leer? ¿No hay interés por la cultura? ¿O quizá tenemos que contratar a un comunity manager o algo así?
Querido amigo… siento no poder darte una respuesta. Eso que llamamos “la gente” no es otra cosa que el gusto mayoritario en determinada época. Si desde el 54 al 79 el gusto mayoritario de los consumidores de música hubiera sido otro no estaríamos charlando hoy aquí. Veo dos procesos paralelos: uno es la infantilización de la sociedad, no sólo en gustos estéticos, sino políticamente hablando; y por otro, el poder de persuasión de las multinacionales -no sólo discográficas-, que es mucho mayor ahora que en los 60 y los 70. No es de recibo ver a adultos de todo el planeta haciendo el canelo día sí día también delante de su móvil. Qué puedes esperar del gusto musical de gente que se pone a bailar el ritmillo de moda delante de su móvil con cualquier excusa o que se hace selfies en un campo de concentración. O que si va a comer a un restaurante no es por comer sino por grabar lo que está comiendo y mostrarlo en las redes. La sociedad del espectáculo es algo que ya pronosticaron los situacionistas. Darse cabezazos contra la pared es una opción vital. La resistencia activa contra la estupidez, también.
Una vez le preguntaban a Antonio Gala si todo el mundo tiene derecho a hacer su propio arte, y él contestaba que sí, que claro. Pero que luego el siguiente paso es mostrárselo al mundo, la necesidad de compartirlo es inevitable, y ahí no lo tenía tan claro, porque tu arte puede no tener nivel. Yo estoy terminando de grabar unas canciones y tengo ese miedo al rechazo. ¿Eso se pasa con los años o sigues teniendo miedo a que tu arte no guste?
Si de jóvenes todos nos hubiéramos dejado vencer por ese miedo, no habríamos hecho nada. Nosotros aprendimos en el local de ensayo, pero también en los escenarios y en los estudios de grabación. Es decir, el aprendizaje se iba materializando cara al público. No teníamos la paciencia de realizar un largo periodo de formación antes de mostrar a la gente lo que teníamos que ofrecer. No éramos músicos académicos ni de conservatorio. Sabíamos los rudimentos, y el perfeccionamiento lo hicimos en directo.
Pero… ¿sientes que corres el riesgo de equivocarte?
Por supuesto. Todos los errores de juventud que cometí quizá no los hubiera cometido si hubiera estado tres o cuatro años más formándome antes de dar el paso, pero a lo mejor si hubiera esperado tanto tiempo me habría dedicado a otra cosa. Ahora, después de 40 años de carrera, no se le puede llamar miedo a lo que tengo, pero sí un gran respeto a la opinión de la gente sobre tu trabajo.
Entrevista Javistone
Nacho García González